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He visto romperse
las cuerdas de cristal
y el armonio enmudecer
ahogado en su silencio
Pero la música renace
albergada en espacios
metafísicos,
en la luz clara
de tus oscuros ojos,
en la calidez de tu piel
derrotada en la humedad de mis besos,
en el esquivo asomo
de tu pecho,
terciopelo y nácar
Te veo música,
manantial de acordes mágicos
y te siento música...
rondó-beso, nana-caricia...
fragmentos que tu piel acoge,
música excesiva, tal vez,
para un torpe pianista.
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martes, 14 de abril de 2009
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