martes, 7 de abril de 2009

A Carlos

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Te he recordado otra vez,
amigo y sombra,
o quizás nunca olvidé
mi ansioso trajinar
entre tus úlceras,
tu voz preñada de blasfemias
incoloras.

Recogí contigo cristales
en la playa gris
que luego fue un antro
de alisios y tormentas,
cristales que en tus manos
eran gemas inusitadas
con el color de la morbidez
y la lujuria.

Recuerdo mis trabajos
y tus asuntos,
cervezas a deshora
en el centro de una noche
sin esfera,
con el sabor del vómito fermentado
llegando a la boca,
sabor a flores de anacardo
con su jugo de letras y de frases
derramándose sobre el papel

"Dar dos,
dar tres,
sólo stress”

Ahora,
la máquina de asesinar instantes
ha perdido su afilado arte
y las noches vuelven
a procrear fantasmas,
a limitar los días
de las onomásticas y los jueves,
las noches vuelven a fluir
en su caudal de horas
desaprensivas.

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